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Actividades 2023

Planetario Antoniano

Memoria del planetario Antoniano:

“La luz me muestra el camino, la oscuridad me muestra las estrellas”

Es poco problable que a lo largo de la historia los peregrinos usasen el cielo para orientarse en su desplazamiento ya que este se realizaria de forma diurna, a diferencia de otros viajeros como los naúticos, que gracias al cielo podrian no solo orientarse, sino determinar de forma muy precisa su posición en la superficie de la tierra.

Las estrellas en su mayoria solo se ven en la oscuridad de la noche por lo que peregrino aprovecharia las horas de descanso y soledad, para entretenerse y disfrurtar de los objetos celestes nocturnos que se pueden ver en una noche despejada.

Historicamente se a aludido al “Camino de Santiago”, como “camino de las estrellas”. ¿Por qué?

En tiempos del emperador franco-alemán Carlomagno ya se citaba en el Liber Sancti Iacobi (s. XII), a la Vía Láctea como el “camino de estrellas” que guia, en dirección al extremo occidental, a la tumba de Santiago.

Fueron los romanos, que a su vez lo tomaron de los griegos, los que dieron a la Vía Láctea el nombre que ha llegado hasta nosotros, al identificarlo con un camino de tono blanquecino formado por la leche escapada del pezón de la diosa Hera. Su impactante intensidad luminosa y su forma alargada, como un camino, despertó la imaginación y las preguntas de cuantos la observaban cada noche despejada en el nítido firmamento de la antigüedad.

Debido al movimiento terrestre a lo largo del año, solo en los meses de octubre y noviembre y a media noche, la Vía Lactea marca el sentido este-oeste. Es por ello que solo al inicio del verano, este sentido lo marca y de forma poco precisa antes del amanecer, momento en el los caminates despertarian para inicia su camino.

Las peregrinaciones masivas se hacían en verano, con el buen tiempo. En verano y a media noche, la Vía Láctea atraviesa el cielo de Noreste a Sur, desde la constelación de Perseo, pasando por Casiopea, el Cisne, el águila de Sagitario y terminando en la cola del Escorpión. Y precisamente esa era la dirección que desde el Sur de Francia debía tomar los peregrinos para llegar a Santiago. De modo que la Vía Láctea servía de guía direccional a los peregrinos y pasó a llamarse el camino de Santiago.

Es innegable que por el motivo que sea, hay una la sólida relación entre la Ruta Jacobea y la Vía Láctea. Esta era el camino original que llevaba al sepulcro apostólico, y siguiéndola, se establecía el camino terrenal. La ruta estrellada conectaría así con el parecer de quienes sostienen que la franja de la Vía Láctea, por sus características y su fuerte y enigmática presencia nocturna, generó un itinerario -real o simbólico- de raíces antiquísimas que textos como el Liber Sancti Iacobi no harían más que reinterpretar y cristianizar.

La identificación de la Vía Láctea con el Camino de Santiago, queda constatada al menos desde el siglo XII. En gran parte de España -Aragón, La Rioja, Castilla y León, etc.- todavía se alude en tono coloquial a la Vía Láctea como Camino de Santiago, especialmente en el medio rural. Lo mismo sucede en otros países de fuerte tradición jacobea como Alemania y Francia. El escritor galo Alphonse Daudet (1840-1897) en sus Lettres de mon moulin escribe: “Mirad, justamente encima de nosotros, el Camino de Santiago”. Se detecta también esta denominación en países como Hungría, Eslovenia, Italia, etc. Ya en el siglo XIII el italiano Giovanni Balbus (Génova) denomina en su Catholicon seu summa a la Vía Láctea como “Via Sancti Iacobi”; en Sicilia se le llama “La Escalera de Santiago”. Son sólo algunos ejemplos. En algún caso también se vincula con otros santuarios, como sucede en Turquía, donde se conoce como “Camino de los Peregrinos”.

Como es sabido, la Vía Láctea no sólo resulta mágica y enigmática para los caminantes jacobeos. A lo largo de la existencia humana ha sido objeto de culto y admiración en las más diversas culturas. Así la Vía Láctea se convierte en un camino de enlace entre la tierra y el cielo, entre lo efímero y lo sagrado, entre una vida y la otra.

Para el peregrino actual, conocedor del sentido científico de nuestra galaxia, la magia permanece, las relaciones se renuevan. Con instrumentos opticos simples en la actualidad, la Vía Láctea acapara gran parte de los objetos mas bellos que podemos ver en el cielo nocturno y que no pudieron ver nuestros antepasados a simple vista como cúmulos y nebulosas que disfrutaremos a ver desde agosto hasta noviembre. En primavera aprovechando la invisivildad de la Vía Lactea. observaremos otras galaxias y objetos lejanos que están mas allá de nuestra galaxia.

Peregrino aprovecha tu paso y esta noche para disfrutar de nuestro cielo que te muestra la oscuridad, como disfrutarás mañana del camino que te mostrará la luz.